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GONZÁLEZ ET AL.
sus hábitos alimenticios pueden incluir diferentes
materiales vegetales (Jackson 2009; Nyffeler, Olson y
Symondson, 2016), incluyendo néctar (Jackson,
Pollard, Nelson, Edwards y Barrion, 2001).
Para tener éxito en la captura de presas, la elección
de un sitio de alimentación es fundamental. La
densidad y la variación estacional de las presas, e
incluso, la estructura vegetal en la cual viven las
arañas juegan un rol fundamental a la hora de
determinar el éxito de captura (Hatley y Macmahon,
1980; Lopes Rodrigues y Mendonça Jr., 2012).
Buscando adaptarse a estas características de su
entorno, las arañas han desarrollado diversas
estrategias de depredación que incluyen la
persecución activa, el acecho cauteloso, montar
emboscadas y la construcción de telas (Uetz, 1992;
Vasconcellos-Neto, Romero, Santos y Dippenaar-
Schoeman, 2007; Cardoso, Pekár, Jocqué y
Coddington, 2011).
Para capturar a sus presas las arañas utilizan una
gran variedad de estímulos sensoriales que incluyen la
detección de señales vibratorias, químicas y visuales
(Barth, 2002; Hostettler y Netwing, 2006; Hebets,
Elias, Mason, Miller y Stratton, 2008; Wilgers y Hebets,
2011; Uhl, 2013). Las patas se encuentran cubiertas de
setas sensoriales que tienen una función
mecanorreceptora, entre los que se destacan las
tricobotrias, extremadamente sensibles a las
corrientes y vibraciones en el aire (Foelix, 2011).
Además, en patas y pedipalpos se ubican setas
especializadas en la detección de sustancias químicas
(Foelix y Chu-Wang, 1973; Hostettler y Nentwig, 2006).
La visión también juega un rol importante en la captura
de presas, particularmente en algunas familias de
arañas como Salticidae o Deinopidae (Barth, 2002),
las cuales presentan un desarrollo importante de los
ojos medios (Bennet y Lewis, 1979; Forster, 1979;
Richman y Jackson, 1992; Persons y Uetz, 1997;
Stafstrom y Hebets, 2016).
Varios estudios en relación a los canales de
comunicación y el ajuste de las señales frente a la
variación de sustrato se han realizado en arañas
errantes, es decir todas aquellas que no hacen tela
para capturar o refugiarse (Elias y Mason, 2011),
particularmente en especies de las familias Salticidae
(Elias, Mason y Hoy, 2004) y Lycosidae (Hebets y Uetz,
1999; Elias, Sivalinghem, Mason, Andrade y
Kasumovic, 2010; Wilgers y Hebets, 2011). Ya que el
ser errante conlleva ocupar hábitats que constan de
diferentes sustratos (hojarasca, tierra, rocas) (Foelix,
2011), este tipo de estudios han señalado el uso de
información multimodal como estrategia para
responder a esos cambios de sustrato. El
comportamiento más evaluado frente a la variación de
sustratos es el sexual (Gordon y Uetz, 2011; Uetz,
Clark y Roberts, 2016) y más recientemente el de
captura de presas (Meza, Elias y Rosenthal, 2021).
La familia Lycosidae (arañas lobo), se caracteriza
por reunir integrantes con hábito de vida errante
(Foelix, 2011) y pertenecer al gremio de las “corredoras
de suelo”, persiguiendo velozmente a sus presas
(Uetz, Halaj y Cady, 1999). Sin embargo, existen unas
pocas especies, menos del 1%, que son sedentarias y
de tela (González, Peretti y Costa, 2015a). Si la vida en
tela es un rasgo basal o derivado dentro de la familia ha
sido y es aún hoy, controvertido. Durante muchas
décadas y de acuerdo a Jocqué (1995), Zehethofer y
Sturmbauer (1998) y Foelix (2011), la construcción de
telas para cazar ha sido considerada la condición
ancestral en los licósidos. Sin embargo, la llegada de
distintos estudios moleculares señala cada vez con
más fuerza la aparición de la tela más de una vez en la
evolución de la familia y con ancestros cazadores sin
tela (Murphy, Framenau, Donellan, Harvey, Park y
Austin, 2006; Piacentini y Ramírez, 2019).
Considerando que el sustrato de captura puede incidir
en el comportamiento (Barth, 2002), podría esperarse
que la forma de capturar de una especie de tela difiera
de la de una que no lo es, aun siendo integrantes de la
misma familia. El hecho de que dentro de Lycosidae
existan integrantes errantes, sedentarios de cuevas o
sedentarios de tela, permite evaluar las estrategias de
captura de las distintas especies frente a diferentes
sustratos. A la vez, estos estudios darían una pauta de
qué tan especializados (y eventualmente adaptados) a
la vida en tela están los escasos licósidos que viven en
éstas.
Las arañas lobo Schizocosa malitiosa (Tullgren,
1905) y Aglaoctenus lagotis (Holmberg, 1876) son dos
Lycosidae muy comunes en praderas y montes del
Uruguay. Schizocosa malitiosa es una araña de
aproximadamente 2 cm de longitud, que se distribuye
principalmente en la zona costera del Río de la Plata.
Pertenece a la sub familia Lycosinae, su hábito de vida
es errante e integra el gremio de las “corredoras de
suelo” (Aisenberg, Toscano-Gadea y Ghione, 2011;
Foelix, 2011). Aglaoctenus lagotis (tanto la forma norte
c o m o l a f o r m a s u r ) e s m á s p e q u e ñ a
(aproximadamente 1.5 cm de longitud) y habita tanto
praderas como montes de todo el país (Aisenberg et
al., 2011). A diferencia de S. malitiosa, pertenece a la
subfamilia Sosippinae, que cuenta con especies
sedentarias de tela. Esta araña lobo atípica (araña lobo
de tela en embudo), vive en una tela a la que se le
distinguen tres grandes partes: una sábana (o
plataforma), conectada a un tubo, ubicado en el borde
o cerca del centro de la tela y, por encima de la sábana
en un plano vertical, están los hilos barrera, que
colaboran en la intercepción de insectos provocando
su caída sobre la sábana (González, Costa y Peretti,
2015b). Solo los machos, una vez alcanzada la
madurez sexual, abandonan la tela para buscar
hembras y reproducirse (Sordi, 1996; Aisenberg et al.,
2011; González, Peretti, Viera y Costa, 2013).
González et al. (2015a) pusieron a prueba
experimentalmente el efecto de cambiar el sustrato
sobre el comportamiento sexual de la especie
sedentaria de tela A. lagotis y de la especie errante S.
Bol. Soc. Zool. Uruguay (2ª época). 2022. Vol. 31 (1): ISSN 2393-6940e31.1.3