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MILLENPEIERY FERRETTI
de la Zona Semiárida – Conicet, UNS, Bahía Blanca,
Argentina. Se utilizaron cinco machos y ocho hembras
para las experiencias de comportamiento sexual.
Durante el mantenimiento, cada individuo se ubicó en
un terrario plástico con perforaciones en la tapa para
permitir la circulación de aire, con turba como sustrato
y un algodón humedecido. Se mantuvo un ciclo de
luz/oscuridad de 12 h.
Las hembras se colocaron en terrarios de 30 cm de
diámetro 24 hs antes de los encuentros para permitir la
aclimatación y deposición de seda, similarmente a
estudios anteriores en Theraphosidae (Quirici y Costa,
2005; Copperi, Ferretti, Pompozzi y Perez-Miles,
2012). Los machos se asignaron al azar a las hembras,
y ningún macho se utilizó en más de una prueba por
día. Cada encuentro se observó directamente y fue
grabado con una cámara de video Canon Legria
HFR106. Las unidades de comportamiento se
analizaron utilizando el programa BORIS (Friard y
Gamba, 2016). Las experiencias concluyeron luego de
la cópula o duraron 30 minutos si no se observó
interacción. Se realizaron 18 encuentros totales, de los
cuáles nueve fueron exitosos, registrándose las
unidades comportamentales, su frecuencia y duración
durante el cortejo y la cópula. Las unidades se
presentan con valores de media ± desvío estándar.
Además, se calcularon las sucesiones conductuales,
lo cual permitió elaborar un etograma a partir de una
matriz de datos transicionales.
Se obtuvieron nueve cópulas y dos recópulas de
Catumiri sp. Cuatro machos copularon en dos
ocasiones, y un macho solo una vez. En cuanto a las
hembras, dos copularon en dos ocasiones y cinco
hembras copularon solo una vez. Se identificaron 12
unidades de comportamiento sexual, de las cuales
nueve fueron asociadas exclusivamente al cortejo
(siete en los machos y dos en las hembras) y tres
asociadas a la cópula (dos en machos y una en
hembras) (Tabla 1). Del total de unidades, cuatro
representan comportamientos no registrados
previamente para Catumiri, mientras que las ocho
restantes corresponden a patrones ya documentados
para el género e incluso para Theraphosidae. Ninguna
de las hembras realizó deposición de seda abundante
sobre el sustrato. Salvo en una ocasión, en todas las
experiencias los machos iniciaron el cortejo lejos de la
posición de las hembras, con una latencia de 34.3 s ±
0.3 s. La duración promedio del cortejo fue de 596.4 s ±
48.7 s. Las unidades comportamentales más
frecuentes al inicio del cortejo del macho fueron
caminata vibratoria, vibraciones corporales, y
vibración de patas y contracciones, siendo este último
el comportamiento de mayor frecuencia observada
(Tabla 1; Fig. 1). Luego de contactar a las hembras, los
machos realizaron golpes de patas sobre las patas I y II
de las hembras alternando con rápidas flexiones de
patas I y II que producen un movimiento
anteroposterior del cuerpo (Tabla 1). Las hembras
adoptaron la posición de elevación del abdomen a un
ángulo de 45° con el cefalotórax ante el contacto de los
machos (Tabla 1; Fig. 1). En esta posición, los machos
realizaron movimiento palpal seguido de elevación de
la hembra hasta alcanzar un ángulo entre 30 y 50°
(cefalotórax/abdomen), posición que se mantuvo
durante el resto de la cópula. En dos ocasiones se
observaron contracciones de los machos. Luego, los
machos realizaron golpeteo palpal y enganche (Fig.
2A–B). La duración promedio de la cópula fue de 3.7 s
± 0.03 s, con un rango de una a dos inserciones
palpales (Tabla 1). En todos los casos, la primera
inserción fue realizada con el palpo derecho, mientras
que, cuando se registraron dos inserciones, se
observó una alternancia, utilizándose primero el palpo
derecho y luego el izquierdo. En cuatro encuentros las
hembras elevaron el abdomen simultáneo a la
inserción palpal. Las hembras finalizaron las cópulas,
usualmente realizando golpes de patas I sobre el
cefalotórax del macho. En seis encuentros, antes o
inmediatamente después del primer contacto, las
hembras realizaron golpes de patas y ambos se
alejaron rápidamente, retomando luego el contacto. En
dos encuentros se observó recopula. En estos casos,
los machos realizaron cortejos similares, mientras que
las hembras iniciaron el acercamiento, elevaron el
abdomen durante la cópula y realizaron golpes de
patas luego de la cópula.
Ninguna de las hembras copuladas realizó
construcción de ooteca. Sin embargo, cinco hembras
adicionales capturadas en el campo construyeron
ootecas en condiciones de laboratorio durante el mes
de Noviembre (2023) y se observaron cuatro ootecas
en el campo. Inicialmente, las hembras construyeron la
ooteca con sus quelíceros sobre el sustrato, formando
un receptáculo de bordes elevados recubierto de
abundante seda, de aproximadamente 1.5 cm de largo
y 3 cm de ancho, en forma general de cuenco (Fig. 2C).
Luego de la deposición de huevos en la región central,
construyeron una cobertura del receptáculo con seda,
a modo de tapa (Fig. 2D). Esta cobertura de seda no es
fija y puede serremovida con facilidad (Fig. 2E). En dos
ootecas exitosas se contabilizaron 76 y 85 juveniles.
Las unidades comportamentales del cortejo de
Catumiri sp., vibraciones corporales, enganche y
golpeteo palpal fueron similares a las descriptas para
otras Mygalomorphae (Ferretti, Pompozzi, Copperi,
Pérez-Miles y González, 2012; Ferretti et al., 2013), y
en particular, golpes de patas sobre el macho ha sido
registrado para la familia Theraphosidae (Costa y
Pérez-Miles, 2002; Ferretti et al., 2013). A diferencia de
lo reportado para otras especies de Catumiri (Costa y
Pérez-Miles, 2002; Nicoletta et al., 2022), caminata
vibratoria, contracciones, vibración de patas y
movimiento palpal surgen como nuevas unidades
comportamentales para Catumiri sp.
La comunicación química desempeña un papel
importante en los eventos reproductivos de
Mygalomorphae (Costa y Pérez-Miles, 2002; Ferretti et
al., 2013). En este trabajo, no se evidenció cubierta de
Bol. Soc. Zool. Uruguay (2ª época). 2025. ISSN 2393-6940Vol. 34 (1): e34.1.19